Biblia Jubileo 2000 1Antes del día de la Fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que su hora había venido para que pasara de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
2Y la cena acabada, como el diablo ya se había metido en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, que le entregara,
3sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba,
4se levantó de la cena, y se quitó su ropa, y tomando una toalla, se ciñó. 5Luego puso agua en una vasija, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a limpiarlos con la toalla con que estaba ceñido. 6Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dice: ¿Señor, tú me lavas los pies? 7Respondió Jesús, y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora; mas lo entenderás después. 8Le dice Pedro: No me lavarás los pies jamás. Le respondió Jesús: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. 9Le dice Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, mas aun las manos y la cabeza. 10Le dice Jesús: El que está lavado, no necesita sino que se lave los pies, porque está todo limpio; y vosotros limpios sois, aunque no todos. 11Porque sabía quién era el que lo entregaba; por eso dijo: No sois limpios todos. 12Así que, después que les hubo lavado los pies, y tomado su ropa, volviéndose a sentar a la mesa, les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? 13Vosotros me llamáis, Maestro y Señor; y decís bien; porque lo soy. 14Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavar los pies los unos de los otros. 15Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. 16De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su Señor, ni el apóstol es mayor que el que le envió. 17Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis, si las hiciereis. 18No hablo de todos vosotros; yo sé los que he elegido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar. 19Desde ahora os lo digo antes que se haga, para que cuando se hiciere, creáis que YO SOY. 20De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, recibe al que me envió. 21Habiendo dicho Jesús esto, fue conmovido en el espíritu, y protestó, y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me ha de entregar. 22Entonces los discípulos mirábanse los unos a los otros, dudando de quién decía. 23Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba sentado en la mesa al lado de Jesús. 24A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntara quién era aquel de quien decía. 25El, entonces, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: Señor, ¿quién es? 26Respondió Jesús: Aquel es, a quien yo diere el bocado mojado. Y mojando el bocado, lo dio a Judas Iscariote, hijo de Simón. 27Y tras el bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dice: Lo que harás, hazlo más pronto. 28Mas ninguno de los que estaban a la mesa entendió a qué propósito le dijo esto. 29Porque los unos pensaban, porque Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diera algo a los pobres. 30Cuando él pues hubo tomado el bocado, luego salió; y era ya noche. 31Entonces cuando él salió, dijo Jesús: Ahora es clarificado el Hijo del hombre, y Dios es clarificado en él. 32Si Dios es clarificado en él, Dios también le clarificará en sí mismo, y luego le clarificará. 33Hijitos, aun un poco estoy con vosotros. Me buscaréis; mas, como dije a los judíos: Donde yo voy, vosotros no podéis venir; y ahora os lo digo. 34Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como os he amado, que también os améis los unos a los otros. 35En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. 36Le dice Simón Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Le respondió Jesús: Donde yo voy, no me puedes ahora seguir; mas me seguirás después. 37Le dice Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? Mi alma pondré por ti. 38Le respondió Jesús: ¿Tu alma pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces. |