Biblia Jubileo 2000 1Escuchad, cielos, y hablaré; y oiga la tierra los dichos de mi boca. 2Goteará como la lluvia mi doctrina; destilará como el rocío mi dicho; como la llovizna sobre la grama, y como las gotas sobre la hierba. 3Porque el Nombre del SEÑOR invocaré; engrandeced a nuestro Dios. 4Del Fuerte, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y ninguna iniquidad en él; es justo y recto. 5Se corrompieron; su mancha es que no son hijos suyos, son generación torcida y perversa. 6¿Así pagáis al SEÑOR, pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu padre que te poseyó? El te hizo y te compuso. 7Acuérdate de los tiempos antiguos; considerad los años de generación y generación; pregunta a tu padre, que él te declarará; a tus viejos, y ellos te dirán; 8cuando el Altísimo hizo heredar a los gentiles, cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, cuando estableció los términos de los pueblos según el número de los hijos de Israel. 9Porque la parte del SEÑOR es su pueblo; Jacob el cordel de su heredad. 10Le halló en tierra de desierto, y en un desierto horrible y yermo; lo trajo alrededor, lo instruyó, lo guardó como la niña de su ojo. 11Como el águila que despierta su nidada, revolotea sobre sus pollos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus espaldas; 12el SEÑOR solo le guió, que no hubo con él dios ajeno. 13Lo hizo subir sobre las alturas de la tierra, y comió los frutos del campo, e hizo que chupara miel de la peña, y aceite del pedernal fuerte; 14manteca de vacas y leche de ovejas, con grosura de corderos, y carneros de los hijos de Basán (fructificación); también machos cabríos, con grosura de riñones de trigo; y sangre de la uva bebiste, vino puro. 15Y engrosó Jesurún (el recto), y tiró coces; (te engordaste, te engrosaste, te cubriste;) y dejó al Dios que le hizo, y menospreció al Fuerte de su salud. 16Le despertaron a celos con los dioses ajenos; le ensañaron con abominaciones. 17Sacrificaron a los diablos, no a Dios; a los dioses que no conocieron; nuevos dioses, venidos de cerca, que no habían temido vuestros padres. 18Del Fuerte que te engendró, te has olvidado; te has olvidado del Dios que te dio a luz con dolor. 19Y lo vio el SEÑOR, y se encendió con ira, a causa de sus hijos y de sus hijas. 20Y dijo: Esconderé de ellos mi rostro, veré cuál será su postrimería; que son generación de perversidades, hijos sin fe. 21Ellos me despertaron a celos con lo que no es Dios; me hicieron ensañar con sus vanidades; y yo también los despertaré a celos con un pueblo que no es pueblo, con gente loca los haré ensañar. 22Porque fuego se encenderá en mi furor, y arderá hasta lo más profundo del Seol; y devorará la tierra y sus frutos, y abrasará los fundamentos de los montes. 23Yo agotaré males sobre ellos; emplearé en ellos mis saetas. 24Consumidos serán de hambre, y comidos de fiebre ardiente y de talamiento amargo; diente de bestias enviaré también sobre ellos, con veneno de serpientes de la tierra. 25Por fuera desolará la espada, y dentro de las cámaras el espanto; así al joven como a la doncella, al que mama como al hombre cano. 26Dije: Los quebrantará en pedazos, haría cesar de entre los hombres la memoria de ellos, 27si no temiera la ira del enemigo, no sea que se envanezcan sus adversarios, no sea que digan: Nuestra mano alta ha hecho todo esto, no el SEÑOR. 28Porque son nación gentil privada de consejos, y no hay en ellos inteligencia. 29¡Deseo que fueran sabios, si fueran prudentes entenderían su postrimería! 30¿Cómo podría perseguir uno a mil, y dos harían huir a diez millares, si su Fuerte no los hubiera vendido, y el SEÑOR no los hubiera entregado? 31Que el fuerte de ellos no es como nuestro Fuerte; y aun nuestros enemigos son de ello jueces. 32Por tanto de la vid de Sodoma es la vid de ellos, y de los campos de Gomorra; las uvas de ellos son uvas ponzoñosas, racimos muy amargos tienen. 33Veneno de dragones es su vino, y ponzoña cruel de áspides. 34¿No tengo yo esto guardado, sellado en mis tesoros? 35Mía es la venganza y el pago, al tiempo que su pie vacilará; porque el día de su aflicción está cercano, y lo que les está determinado se apresura. 36Porque el SEÑOR juzgará a su pueblo, y se arrepentirá él mismo por sus siervos, cuando viere que su fuerza pereció sin quedar nadie guardado ni quedado. 37Y dirá: ¿Dónde están sus dioses, el fuerte de quien se ampararon; 38que comían el sebo de sus sacrificios, bebían el vino de sus libaciones? Levántense, que os ayuden y os amparen. 39Ved ahora que yo, yo soy él, y no hay dioses conmigo; yo hago morir, y yo hago vivir; yo hiero, y yo curo; y no hay quien pueda librar de mi mano. 40Cuando yo alzaré a los cielos mi mano, y diré: Vivo yo para siempre, 41si amolare el resplandor de mi espada, y mi mano arrebatare el juicio, yo volveré la venganza a mis enemigos, y daré el pago a los que me aborrecen. 42Embriagaré de sangre mis saetas, y mi espada devorará carne; en la sangre de los muertos y de los cautivos de los reyes y las cabezas, con venganzas de enemigo. 43Alabad, gentiles, con su pueblo, porque él vengará la sangre de sus siervos, y volverá la venganza a sus enemigos, y reconciliará su tierra, a su pueblo. 44Y vino Moisés, y recitó todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo, él, y Oseas hijo de Nun. 45Y acabó Moisés de recitar todas estas palabras a todo Israel; 46y les dijo: Poned vuestro corazón a todas las palabras que yo protesto hoy contra vosotros, para que las mandéis a vuestros hijos, y guarden y cumplan todas las palabras de esta ley. 47Porque no os es cosa vana, mas es vuestra vida; y por este negocio haréis prolongar los días sobre la tierra, para heredar la cual pasáis el Jordán. 48Y habló el SEÑOR a Moisés aquel mismo día, diciendo: 49Sube a este monte de Abarim, al monte Nebo, que está en la tierra de Moab, que está frente a Jericó, y mira la tierra de Canaán, que yo doy por heredad a los hijos de Israel; 50y muere en el monte al cual subes, y sé reunido a tu pueblo; de la manera que murió Aarón tu hermano en el monte de Hor, y fue reunido a su pueblo; 51por cuanto prevaricasteis contra mí en medio de los hijos de Israel en las aguas de Meriba de Cades, en el desierto de Zin; porque no me santificasteis en medio de los hijos de Israel. 52Verás, por tanto, delante de ti la tierra; mas no entrarás allá, a la tierra que doy a los hijos de Israel. |