Reina Valera Gómez 1Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma; lo busqué, y no lo hallé. 2Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad; por las calles y por las plazas buscaré al que ama mi alma: Lo busqué, y no lo hallé. 3Me hallaron los guardas que rondan la ciudad, y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma? 4Pasando de ellos un poco, hallé luego al que ama mi alma; trabé de él, y no lo dejé, hasta que lo metí en casa de mi madre, y en la cámara de la que me engendró. 5Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, por los corzos y por las ciervas del campo, que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que quiera. 6¿Quién es ésta que sube del desierto como columna de humo, perfumada de mirra y de incienso, y de todo polvo aromático? 7He aquí es la litera de Salomón: Sesenta valientes la rodean, de los fuertes de Israel. 8Todos ellos tienen espadas, diestros en la guerra; cada uno con su espada sobre su muslo, por los temores de la noche. 9El rey Salomón se hizo un carruaje de madera del Líbano. 10Sus columnas hizo de plata, su respaldo de oro, su asiento de grana, su interior tapizado de amor, por las doncellas de Jerusalén. 11Salid, oh doncellas de Sión, y ved al rey Salomón con la corona con que le coronó su madre el día de su desposorio, y el día del gozo de su corazón. |