Reina Valera Gómez 1No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué traerá el día. 2Que te alaben otros, y no tu boca; el ajeno, y no tus labios. 3Pesada es la piedra, y la arena pesa; mas la ira del necio es más pesada que ambas cosas. 4Cruel es la ira, e impetuoso el furor; mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia? 5Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto. 6Fieles son las heridas del que ama; pero engañosos son los besos del que aborrece. 7El hombre saciado desprecia el panal de miel; pero al hombre hambriento todo lo amargo es dulce. 8Cual ave que se va de su nido, tal es el hombre que se va de su lugar. 9El ungüento y el perfume alegran el corazón; y el amigo al hombre con el cordial consejo. 10No abandones a tu amigo, ni al amigo de tu padre; ni entres en casa de tu hermano el día de tu aflicción. Mejor es el vecino cerca que el hermano lejos. 11Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, y tendré qué responder al que me agravie. 12El avisado ve el mal, y se esconde, mas los simples pasan, y llevan el daño. 13Quítale su ropa al que salió fiador por el extraño; y al que fió por la extraña, tómale prenda. 14El que bendice a su amigo en alta voz, madrugando de mañana, por maldición se le contará. 15Gotera continua en tiempo de lluvia, y la mujer rencillosa, son semejantes: 16El que puede contenerla, puede contener el viento; o el aceite en su mano derecha. 17Hierro con hierro se aguza; así el hombre aguza el rostro de su amigo. 18El que cuida la higuera, comerá su fruto; y el que atiende a su señor, será honrado. 19Como en el agua el rostro corresponde al rostro, así el corazón del hombre al del hombre. 20El infierno y la perdición nunca se hartan: Así los ojos del hombre nunca se sacian. 21El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro; y al hombre la boca del que lo alaba. 22Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo majados con el pisón, no se apartará de él su necedad. 23Considera atentamente el aspecto de tus ovejas; pon tu corazón a tus rebaños: 24Porque las riquezas no son para siempre; ¿acaso perdurará la corona por todas las generaciones? 25Sale la grama, aparece la hierba, y siegan las hierbas de los montes. 26Los corderos son para tus vestiduras, y los cabritos son el precio del campo; 27Y habrá suficiente leche de las cabras para tu mantenimiento, y para el mantenimiento de tu casa, y para el sustento de tus criadas. |