Reina Valera Gómez 1Y seis días después, Jesús tomó a Pedro, y a Jacobo, y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto;
2y se transfiguró delante de ellos; y su rostro resplandeció como el sol, y su vestidura se hizo blanca como la luz.
3Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Él.
4Entonces respondiendo Pedro, dijo a Jesús: Señor, bueno es que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres tabernáculos; uno para ti, uno para Moisés, y uno para Elías.
5Mientras Él aún hablaba, una nube resplandeciente los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Éste es mi Hijo amado, en quien tengo contentamiento; a Él oíd.
6Y oyendo esto los discípulos, cayeron sobre sus rostros, y temieron en gran manera.
7Entonces Jesús vino y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis.
8Y alzando ellos sus ojos a nadie vieron, sino a Jesús solo. 9Y cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos. 10Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? 11Y respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías vendrá primero, y restaurará todas las cosas. 12Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron; sino que hicieron de él todo lo que quisieron: Así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. 13Entonces los discípulos entendieron que les había hablado de Juan el Bautista. 14Y cuando llegaron a la multitud, vino a Él un hombre, y cayendo de rodillas delante de Él, dijo: 15Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece mucho, porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. 16Y le traje a tus discípulos, y no le pudieron sanar. 17Entonces respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá. 18Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora. 19Entonces viniendo los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? 20Y Jesús les dijo: Por vuestra incredulidad; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. 21Pero este género no sale sino por oración y ayuno. 22Y estando ellos en Galilea, Jesús les dijo: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, 23y le matarán; pero al tercer día resucitará. Y ellos se entristecieron en gran manera. 24Y cuando llegaron a Capernaúm, vinieron a Pedro los que cobraban los tributos, diciendo: ¿Vuestro maestro no paga los tributos? 25Él dijo: Sí. Y entrando él en casa, Jesús le habló antes, diciendo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quién cobran los impuestos o tributos? ¿De sus hijos, o de los extranjeros? 26Pedro le dijo: De los extranjeros. Jesús le dijo: Luego los hijos están francos. 27Mas para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle su boca, hallarás un estatero; tómalo y dáselo por mí y por ti. |