Reina Valera Gómez 1Y los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea, oyeron que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios.
2Y cuando Pedro subió a Jerusalén, los que eran de la circuncisión contendían con él,
3diciendo: ¿Por qué has entrado a hombres incircuncisos, y has comido con ellos?
4Entonces comenzó Pedro a narrarles por orden lo sucedido, diciendo:
5Estaba yo en la ciudad de Jope orando, y vi en éxtasis una visión; un vaso, como un gran lienzo, que descendía, que por los cuatro cabos era bajado del cielo, y venía hasta mí.
6En el cual al fijar los ojos, consideré y vi cuadrúpedos terrestres, y fieras, y reptiles, y aves del cielo.
7Y oí una voz que me decía: Levántate, Pedro, mata y come.
8Y dije: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda entró jamás en mi boca.
9Entonces la voz me respondió del cielo por segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.
10Y esto fue hecho tres veces; y volvió todo a ser llevado arriba al cielo.
11Y he aquí, en seguida vinieron tres hombres a la casa donde yo estaba, enviados a mí de Cesarea.
12Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Y estos seis hermanos también me acompañaron, y entramos en casa de un varón,
13el cual nos contó cómo había visto en su casa al Ángel, que se puso en pie, y le dijo: Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, que tiene por sobrenombre Pedro;
14el cual te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa.
15Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos, como sobre nosotros al principio.
16Entonces me acordé de la palabra del Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo.
17Así que, si Dios les dio el mismo don también como a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?
18Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: De manera que también a los gentiles ha concedido Dios arrepentimiento para vida. 19Y los que habían sido esparcidos por causa de la persecución que se levantó con motivo de Esteban, anduvieron hasta Fenicia, y Chipre, y Antioquía, no predicando a nadie la palabra, sino sólo a los judíos. 20Y de ellos había unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron a los griegos, predicando el evangelio del Señor Jesús. 21Y la mano del Señor estaba con ellos; y gran número creyó y se convirtió al Señor. 22Y la noticia de estas cosas llegó a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén; y enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía. 23El cual, cuando llegó y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen en el Señor. 24Porque era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe; y mucha gente fue añadida al Señor. 25Y Bernabé partió a Tarso a buscar a Saulo; 26y hallándole, le trajo a Antioquía. Y sucedió que por todo un año se congregaron allí con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y los discípulos fueron llamados cristianos por primera vez en Antioquía. 27Y en aquellos días descendieron unos profetas de Jerusalén a Antioquía. 28Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que había de haber una gran hambre en toda la tierra; lo cual sucedió en tiempo de Claudio César. 29Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar ayuda a los hermanos que habitaban en Judea: 30Lo cual también hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo. |