Reina Valera Gómez 1Así, pues, nosotros, como sus colaboradores, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios. 2Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable, he aquí ahora el día de salvación. 3No dando a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que el ministerio no sea vituperado; 4antes, aprobándonos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; 5en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en vigilias, en ayunos; 6en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor no fingido; 7en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a derecha e izquierda; 8por honra y por deshonra, por mala fama, y por buena fama; como engañadores, pero veraces; 9como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos; 10como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo. 11Nuestra boca está abierta a vosotros, oh corintios; nuestro corazón se ha ensanchado. 12No estáis estrechos en nosotros, mas estáis estrechos en vuestras propias entrañas. 13Pues, para corresponder del mismo modo (como a hijos hablo), ensanchaos también vosotros. 14No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? 15¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? 16¿Y qué concierto tiene el templo de Dios con los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos; y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. 17Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, 18y seré Padre a vosotros, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. |