Biblia Jubileo 2000 1Y respondió Job y dijo: 2¡Oh, si pesaren al justo mi queja y mi tormento, y se alzaren igualmente en balanza! 3Porque mi tormento pesaría más que la arena del mar; y por tanto mis palabras son tragadas. 4Porque las saetas del Todopoderoso están en mí, cuyo veneno bebe mi espíritu; y terrores de Dios me combaten. 5¿Acaso gime el asno montés junto a la hierba? ¿Muge el buey junto a su pasto? 6¿Por ventura se comerá lo desabrido sin sal? ¿O habrá gusto en la clara del huevo? 7Las cosas que mi alma no quería tocar antes, ahora por los dolores son mi comida. 8¡Quién me diera que viniera mi petición, y que Dios me diera lo que espero; 9y que quisiera Dios quebrantarme; y que soltara su mano, y me despedazare! 10Y en esto crecería aún consolación, si me asare con dolor sin haber misericordia; no que haya contradicho las palabras del que es Santo. 11¿Cuál es mi fortaleza para esperar aún? ¿Y cuál mi fin para dilatar mi vida? 12¿Es mi fortaleza la de las piedras? O mi carne, ¿es de acero? 13¿No me ayudo cuanto puedo, y con todo eso el poder me falta del todo? 14El atribulado merece recibir misericordia de su compañero; pero se ha abandonado el temor del Omnipotente. 15Mis hermanos me han mentido como arroyo; se pasaron como las riberas impetuosas, 16que están escondidas por la helada, y encubiertas con nieve. 17Que al tiempo del calor son deshechas, y calentándose, desaparecen de su lugar; 18apártanse de las sendas de su camino, suben en vano y se pierden. 19Las miraron los caminantes de Temán, los caminantes de Sabá esperaron en ellas; 20pero fueron avergonzados por su esperanza; porque vinieron hasta ellas, y se hallaron confusos. 21Ahora ciertamente vosotros sois como ellas; que habéis visto el tormento, y teméis. 22¿Os he dicho yo: Traedme, y pagad por mí de vuestra hacienda; 23y libradme de la mano del angustiador, y rescatadme del poder de los violentos? 24Enseñadme, y yo callaré; y hacedme entender en qué he errado. 25¡Cuán fuertes son las palabras de rectitud! Mas ¿qué reprende el argumento de vosotros? 26¿No estáis pensando las palabras para reprender, y echáis al viento palabras perdidas? 27También os arrojáis sobre el huérfano, y hacéis hoyo delante de vuestro amigo. 28Ahora pues, si queréis, mirad en mí, y ved si mentiré delante de vosotros. 29Tornad ahora, y no haya iniquidad; volved aún a mirar por mi justicia en esto. 30Si hay iniquidad en mi lengua; o si mi paladar no discierne los tormentos. |