Reina Valera Gómez 1«Al Músico principal: Salmo de David» Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. 2Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. 3No hay habla, ni lenguaje, donde su voz no sea oída. 4Por toda la tierra salió su hilo, y hasta el extremo del mundo sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el sol. 5Y éste, como un novio que sale de su tálamo, se alegra cual gigante para correr el camino. 6De un extremo de los cielos es su salida, y su giro hasta el término de ellos; y nada hay que se esconda de su calor. 7La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. 8Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová, es puro, que alumbra los ojos. 9El temor de Jehová, es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos justos. 10Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que la miel, y la que destila del panal. 11Tu siervo es además amonestado con ellos; en guardarlos hay grande galardón. 12¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. 13Detén asimismo a tu siervo de pecados de soberbia; que no se enseñoreen de mí: Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran transgresión. 14Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, Roca mía, y Redentor mío. |