Reina Valera Gómez 1La sabiduría edificó su casa, labró sus siete columnas; 2mató sus víctimas, mezcló su vino, y puso su mesa. 3Envió sus criadas; sobre lo más alto de la ciudad clamó: 4Quien sea simple, venga acá. A los faltos de cordura dice: 5Venid, comed mi pan, y bebed del vino que yo he mezclado. 6Dejad las simplezas, y vivid; y andad por el camino de la inteligencia. 7El que corrige al escarnecedor, se acarrea afrenta: El que reprende al impío, se atrae mancha. 8No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca; corrige al sabio, y te amará. 9Da consejo al sabio, y será más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber. 10El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; y el conocimiento del Santo es la inteligencia. 11Porque por mí se aumentarán tus días, y años de vida se te añadirán. 12Si fueres sabio, para ti lo serás; mas si fueres escarnecedor, pagarás tú solo. 13La mujer insensata es alborotadora; es simple e ignorante. 14Se sienta en una silla a la puerta de su casa, en los lugares altos de la ciudad, 15para llamar a los que pasan por el camino, que van por sus caminos derechos. 16Dice al que es simple: Ven acá. A los faltos de cordura, dice: 17Las aguas hurtadas son dulces, y el pan comido en oculto es sabroso. 18Y no saben que allí están los muertos; que sus convidados están en lo profundo del infierno. |