Reina Valera Gómez 1El corazón del rey está en la mano de Jehová, como los arroyos de agua, Él lo inclina hacia donde quiere. 2Todo camino del hombre es recto en su propia opinión; mas Jehová pesa los corazones. 3Hacer justicia y juicio es a Jehová más agradable que sacrificio. 4Altivez de ojos, y orgullo de corazón, y el labrar de los impíos, son pecado. 5Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; mas los del presuroso, de cierto llevan a la pobreza. 6Obtener tesoros con lengua de mentira, es vanidad desconcertada de aquellos que buscan la muerte. 7La rapiña de los impíos los destruirá; porque rehúsan hacer juicio. 8El camino del hombre es torcido y extraño; mas recto es el proceder del puro. 9Mejor es vivir en un rincón del terrado, que en espaciosa casa con la mujer rencillosa. 10El alma del impío desea el mal: Su prójimo no halla favor a sus ojos. 11Cuando el escarnecedor es castigado, el simple se hace sabio; y cuando el sabio es instruido, adquiere conocimiento. 12Considera el justo la casa del impío, cómo los impíos son trastornados por el mal. 13El que cierra su oído al clamor del pobre; también él clamará, y no será oído. 14El presente en secreto pacifica el enojo, y la dádiva en el seno, la fuerte ira. 15Alegría es al justo el hacer juicio; mas destrucción vendrá a los que hacen iniquidad. 16El hombre que se extravía del camino de la sabiduría, vendrá a parar en la compañía de los muertos. 17Hombre necesitado será el que ama el placer; y el que ama el vino y los perfumes no enriquecerá. 18El impío será el rescate por el justo, y por los rectos, el prevaricador. 19Mejor es morar en tierra del desierto, que con la mujer rencillosa e iracunda. 20Tesoro codiciable y aceite hay en la casa del sabio; mas el hombre insensato lo disipa. 21El que sigue la justicia y la misericordia, hallará la vida, la justicia y la honra. 22El sabio escala la ciudad de los poderosos y derriba la fortaleza en que confiaban. 23El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias. 24Soberbio, presuntuoso y escarnecedor, es el nombre del que obra con arrogante saña. 25El deseo del perezoso le mata, porque sus manos rehúsan trabajar; 26Hay quien todo el día codicia; mas el justo da, y no escatima. 27El sacrificio de los impíos es abominación: ¡Cuánto más ofreciéndolo con maldad! 28El testigo mentiroso perecerá; mas el hombre que escucha, permanecerá en su dicho. 29El hombre impío endurece su rostro; mas el recto ordena sus caminos. 30No hay sabiduría, ni inteligencia, ni consejo, contra Jehová. 31El caballo se prepara para el día de la batalla; pero la victoria viene de Jehová. |