Reina Valera Gómez 1Y miré, y he aquí en la expansión que había sobre la cabeza de los querubines como una piedra de zafiro, que parecía como semejanza de un trono que se mostró sobre ellos.
2Y habló al varón vestido de lino, y le dijo: Entra en medio de las ruedas debajo de los querubines, y llena tus manos con carbones encendidos de entre los querubines, y espárcelos sobre la ciudad. Y él entró a vista mía. 3Y los querubines estaban a la mano derecha de la casa cuando este varón entró; y la nube llenaba el atrio de adentro. 4Y la gloria de Jehová se levantó del querubín al umbral de la puerta; y la casa fue llena de la nube, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria de Jehová. 5Y el estruendo de las alas de los querubines se oía hasta el atrio de afuera, como la voz del Dios Omnipotente cuando habla. 6Y aconteció que, cuando mandó al varón vestido de lino, diciendo: Toma fuego de entre las ruedas, de entre los querubines, él entró, y se paró entre las ruedas. 7Y un querubín extendió su mano de entre los querubines al fuego que estaba entre los querubines, y tomó, y puso en las manos del que estaba vestido de lino, el cual lo tomó y se salió. 8Y apareció en los querubines la figura de una mano de hombre debajo de sus alas. 9Y miré, y he aquí cuatro ruedas junto a los querubines, una rueda junto a un querubín, y otra rueda junto a otro querubín; y el aspecto de las ruedas era como la piedra de berilo. 10En cuanto al parecer de ellas, las cuatro eran de una forma, como si una rueda estuviera en medio de otra rueda. 11Cuando andaban, sobre sus cuatro lados andaban; no se volvían cuando andaban, sino que al lugar adonde se volvía la primera, en pos de ella iban; no se volvían cuando andaban. 12Y todo su cuerpo, y sus espaldas, y sus manos, y sus alas, y las ruedas, estaban llenos de ojos alrededor en sus cuatro ruedas. 13A las ruedas, oyéndolo yo, se les gritaba: ¡Rueda! 14Y cada uno tenía cuatro caras. La primera tenía rostro de querubín; la segunda, rostro de hombre; la tercera, rostro de león; la cuarta, rostro de águila. 15Y se levantaron los querubines; éste es el ser viviente que vi en el río de Quebar. 16Y cuando andaban los querubines, andaban las ruedas junto con ellos; y cuando los querubines alzaban sus alas para levantarse de la tierra, las ruedas también no se volvían de junto a ellos. 17Cuando se paraban ellos, se paraban ellas, y cuando ellos se alzaban, se alzaban con ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en ellas. 18Y la gloria de Jehová se salió de sobre el umbral de la casa, y se puso sobre los querubines. 19Y alzando los querubines sus alas, se levantaron de la tierra delante de mis ojos: cuando ellos salieron, también las ruedas al lado de ellos; y se pararon a la entrada de la puerta oriental de la casa de Jehová, y la gloria del Dios de Israel estaba arriba sobre ellos. 20Éste era el ser viviente que vi debajo del Dios de Israel en el río de Quebar; y conocí que eran querubines. 21Cada uno tenía cuatro caras, y cada uno cuatro alas, y figuras de manos de hombres debajo de sus alas. 22Y la figura de sus rostros era la de los rostros que vi junto al río de Quebar, su mismo parecer y su ser; cada uno caminaba derecho hacia adelante. |