Biblia Jubileo 2000 1Escucha, oh SEÑOR, mis palabras. Considera la meditación mía. 2Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré. 3Oh SEÑOR, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré a ti, y esperaré. 4Porque tú no eres un Dios que ame la maldad: El malo no habitará junto a ti. 5No estarán los locos que se gobiernan por afecto o consejo de la carne delante de tus ojos; aborreces a todos los que obran iniquidad. 6Destruirás a los que hablan mentira. Al varón de sangre y de engaño abominará el SEÑOR. 7Y yo en la multitud de tu misericordia entraré en tu Casa; adoraré hacia el santo Templo tuyo con tu temor. 8Guíame, SEÑOR, en tu justicia a causa de mis enemigos; endereza delante de mí tu camino. 9Porque no hay en su boca rectitud; sus entrañas son llenas de maldad; sepulcro abierto es su garganta, con su lengua lisonjearán. 10Desbaratados, oh Dios; caigan por sus propios consejos; por la multitud de sus rebeliones échalos, porque se rebelaron contra ti. 11Y se alegrarán todos los que esperan en ti; para siempre jubilarán, y los cubrirás; y se alegrarán en ti los que aman tu nombre. 12Porque tú, oh SEÑOR, bendecirás al justo; lo cercarás de benevolencia como con un escudo. |