Biblia Jubileo 2000 1Oíd esto, pueblos todos; escuchad, habitadores todos del mundo: 2Así los hijos de los hombres como los hijos de los varones; el rico y el pobre juntamente. 3Mi boca hablará sabiduría; y el pensamiento de mi corazón inteligencia. 4Acomodaré a ejemplos mi oído; declararé con el arpa mi enigma. 5¿Por qué he de temer en los días de adversidad, cuando la iniquidad de mis calcañares me cercará? 6Los que confían en sus haciendas, y en la muchedumbre de sus riquezas se jactan, 7ninguno de ellos podrá en manera alguna rescatar al hermano, ni dar a Dios propiciación por él. 8(Porque la redención de su vida es de gran precio, y no lo pueden hacer) 9que viva adelante para siempre, y nunca vea la sepultura. 10Pues se ve que mueren todos los sabios; el loco y el ignorante perecen, y dejan a otros sus riquezas. 11En su interior piensan que sus casas son eternas, y sus habitaciones para generación y generación; llamaron sus tierras de sus nombres. 12Mas el hombre no permanecerá en honra; es semejante a las bestias que son cortadas. 13Este es su camino, su locura; y sus descendientes corren por el dicho de ellos. (Selah.) 14Como ovejas son puestos en el Seol; la muerte los pastorea; y los rectos se enseñorearán de ellos por la mañana; y se consumirá su bien parecer en la sepultura desde su morada. 15Ciertamente Dios rescatará mi vida de la mano del Seol, cuando me tomará. (Selah.) 16No temas cuando se enriquece alguno, cuando aumenta la gloria de su casa; 17porque en su muerte no llevará nada, ni descenderá tras él su gloria. 18Porque mientras viviere, será su vida bendita; y tú serás loado cuando fueres próspero. 19Entrará a la generación de sus padres; no verán luz para siempre. 20El hombre en honra que no entiende, semejante es a las bestias que son cortadas. |