1 Corintios 2
Comentario de Matthew Henry
2:1-5 Cristo, en su persona, y las oficinas, y los sufrimientos, es la suma y sustancia del evangelio, y debe ser el gran tema de la predicación de un ministro del Evangelio, pero no tanto como para dejar de lado otras partes de verdad revelada de Dios y la voluntad. Pablo predicó todo el consejo de Dios. Pocos conocen el miedo y el temblor de fieles ministros, a partir de un profundo sentido de su propia debilidad Saben lo insuficiente que son, y tienen miedo de sí mismos. Cuando nada más que Cristo crucificado es anunciado claramente, el éxito debe ser enteramente de poder divino que acompaña a la palabra, y por lo tanto los hombres son llevados a creer, a la salvación de sus almas.

2:6-9 Los que reciben la doctrina de Cristo como Divino, y, después de haber sido iluminado por el Espíritu Santo, han mirado bien en ella, ver no sólo la historia llanura de Cristo, y éste crucificado, pero los diseños profundos y admirables de la sabiduría divina en el mismo. Es el misterio manifestado a los santos, Col 1:26, aunque antiguamente se escondió del mundo pagano; sólo se muestra en los tipos oscuros y profecías distantes, pero ahora se revela y se da a conocer por el Espíritu de Dios. Jesucristo es el Señor de la gloria; un título demasiado grande para cualquier criatura. Hay muchas cosas que la gente no se puede hacer, si supieran la sabiduría de Dios en la gran obra de la redención. Hay cosas que Dios ha preparado para los que le aman, y esperar a que él, que el sentido no puede descubrir, ninguna enseñanza puede transmitir a nuestros oídos, ni pueden todavía entrar en nuestros corazones. Debemos tomarlos tal y como están en las Escrituras, que Dios ha tenido a bien revelar a nosotros.

2:10-16 Dios ha revelado la verdadera sabiduría a nosotros por el Espíritu. He aquí una prueba de la autoridad divina de las Sagradas Escrituras, 2Pe 01:21. Como prueba de la divinidad del Espíritu Santo, observar, que conoce todas las cosas, y que todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Nadie puede conocer las cosas de Dios, sino el Espíritu Santo, que es uno con el Padre y el Hijo, y que hace que los misterios divinos conocidos por su iglesia. Este es el testimonio más claro, tanto para el verdadero Dios y la persona distinta del Espíritu Santo. Los apóstoles no fueron guiados por principios mundanos. Ellos tenían la revelación de estas cosas del Espíritu de Dios, y la impresión de ahorro de ellos de un mismo Espíritu. Estas cosas se declaran en lenguaje llano simple, enseñado por el Espíritu Santo, totalmente diferente de la oratoria afectada o palabras persuasivas de humana sabiduría. El hombre natural, el hombre sabio del mundo, no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios. El orgullo de razonamiento carnal es realmente lo más opuesto a la espiritualidad, como el más vil sensualidad. La mente santificada discierne las verdaderas bellezas de la santidad, pero el poder de discernir y juzgar acerca de las cosas comunes y naturales no se pierde. Pero el hombre carnal es un extraño a los principios, y los placeres, y actuaciones y procederes de la vida divina. Sólo el hombre espiritual, es la persona a quien Dios da el conocimiento de su voluntad. Qué poco han conocido alguna de la mente de Dios por el poder natural! Y los apóstoles fueron posibles gracias a su Espíritu para dar a conocer su mente. En las Sagradas Escrituras, la mente de Cristo, y la mente de Dios en Cristo, han sido revelados plenamente a nosotros. Es el gran privilegio de los cristianos, que tienen la mente de Cristo les reveló por su Espíritu. Ellos experimentan su poder santificador en sus corazones, y traer buenos frutos en sus vidas.

Comentario de Matthew Henry [1706], traducido del Inglés

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